lunes, 24 de febrero de 2014

BUDAPEST, HUNGRÍA (FEBRERO 2014)

Aprovechando el fin de exámenes del primer semestre, Jorge (mi compañero de piso) y yo decidimos irnos a Budapest. Intentamos reclutar tanta gente como pudimos pero, al final sólo se apuntó nuestro gran amigo italiano GianLuca y Ola, la mentora de Jorge. Como de costumbre, esta vez fuimos también en autobús.
Gracias al verano de 2012 trabajando en Lloret de Mar como animador, pude establecer amistad con Adam, un chico húngaro que en aquel entonces trabajaba de camarero en el mismo hotel donde yo estaba. 
Al contactar con él por motivo de este viaje, Adam nos informó de que se estaba formando para trabajar como guía turístico en la capital húngara, y se ofreció personalmente a hacernos de guía durante toda nuestra estancia en Budapest. Incluso antes de llegar, nos proporcionó toda la información necesaria sobre buses y metros, nos envió todos los horarios y precios de lo que ver en la ciudad y nos recomendó el hostal donde pasar la noche: agradable, colorido, céntrico y barato (7 euros noche)




Nada más llegar por la tarde noche, cenamos algo y nos fuimos a tomar una cerveza antes de irnos a dormir. Como estábamos en pleno centro de la capital húngara, no nos costó nada encontrar un buen bar donde charlar un rato. Resulta que Budapest es conocido por sus “RUIN-PUBS" o “BARES DE RUINAS”; y nosotros nos encontrábamos en uno de ellos. Son, como el propio nombre indica, bares como en ruinas con una decoración totalmente alternativa y distinta a cualquier otro bar que jamás haya visto: bicicletas en la pared, un trineo tirado por conejos pegados colgando del techo, coches que sirven de mesa...
Un día de estos, Adam nos llevó a un restaurante con comida tradicional húngara, bastante pequeño y sin turistas que, aparte de estar en el centro de la ciudad, era barato. Ahí tomé las mejores sopas que he probado nunca y que, a pesar de parecer pequeñas, llenaban el estómago –fue tal el sabor que tuvimos que repetir el resto de días-: De espinacas, de verduras… pero con mozzarella, de manera que se convertían en cremas donde el queso fundido no dejaba de estirarse por todo el cuenco, como si de una pizza se tratase. Y lo mejor de todo es que este plato como primero, acompañado de un segundo totalmente original -y en abundancia- junto con una cervezas de colores para bajar la comida no pasaba los 9 euros (2800 florines).
Buda
Pest

Antiguamente, Buda y Pest eran 2 ciudades distintas divididas por el Danubio. Por ello, tras su anexión, Budapest tiene el privilegio de contar con 2 cascos históricos a cada lado del río. 
Nuestro hostal se encontraba en la parte oriental,  por lo que lo primero que visitamos fue PEST. Ahí nos topamos con la Sinagoga Judía más grande de Europa y segunda más grande del mundo y con la Basílica de San Esteban, que es el edificio religioso más grande de Hungría.
En este lado, pero lejos de la sinagoga, se encuentra también la famosa Plaza de los Héroes, donde se conmemoran a modo de escultura a todos los reyes de Hungría.
Detrás de esta gran plaza histórica hay un gran parque distinto a los que había visto hasta el momento, donde podemos encontrar un zoo, las más famosas termas de las varias que hay en la ciudad (Baños Szecheny), un circo, el Museo de Bellas Artes o una réplica de un castillo de Transilvania, en Rumanía: El Castillo de Vajdahunyad
Las otras termas más conocidas de Budapest son unas que hay en la ribera del Danubio, donde los sábados por la noche se organizan fiestas con música y alcohol tanto en los interiores como en los exteriores del recinto, llamadas BATH PARTY. Aunque no son las únicas. En nuestro caso, tuvimos suerte y llegamos la primera semana del año en que se inauguraban estas fiestas.
En ellas no son necesarios los bolsillos o las carteras, ya que basta con llevar una pulsera de goma ligada a una cuenta y deslizarla en una especie de datáfono de la barra para pagar las bebidas. De  esta forma, la fiesta queda más que asegurada sin apenas salir del agua: la música, los juegos de luces y la gente en paños menores hacen el resto. 
Sin embargo, para entrar a estas fiestas no es aconsejable ser muy escrupuloso, ya que los servicios pueden parecer estar a años luz de las cálidas termas tanto para quien necesite orinar como para las "parejas espontáneas" que puedan aparecer con el transcurso de la noche.
Finalmente, justo antes de acudir a Buda se encuentra el famoso Parlamento que, junto al Palacio Real de Buda y la Plaza de los Héroes, es el principal atractivo turístico de la ciudad. Para poder capturar esta foto desde el río tuvimos que ser avispados y, en vez de coger un costoso barco turístico, montamos en un barco-bus municipal que costaba unos 450 florines (1.50€).  
La disposición de la ciudad me recordó bastante a Praga; dividida por el río en 2 (en esta ocasión el Danubio) y con más vida a un lado (Pest) que en otro (Buda) donde, al igual que en la capital checa, hay una colina sobre la cual se encuentra un palacio -el Palacio Real de Buda- y una hermosa iglesia –la Iglesia Matías- sobre el Bastión de los Pescadores. Lugar idóneo para observar una buena panorámica de la ciudad.
Palacio de Buda
En caso de querer ver una buena panorámica de la ciudad y su entorno, os aconsejo alejaros más de la ciudad y subir a lo alto de mirador que, mediante un teleférico regala vistas como esta:

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