martes, 8 de julio de 2014

CAMINO DE SANTIAGO (JUNIO 2014). Camino del Norte

Cala de Prellezo, Cantabria
Nunca había pedaleado más de 18 kilómetros en mi vida y ni siquiera tenía una bicicleta decente. Pero era tal la ilusión que tenía por hacer el Camino de Santiago que, tras pedirle la bici a un amigo, decidí emprender la aventura junto a Xabi: quien ya se había pedaleado Chile de norte a sur con tan solo 18 años.
En aquel momento él se encontraba en España y yo de Erasmus en Polonia, de modo que toda la planificación debió ser desde la distancia. Y la fecha que nos marcamos fue nada más volver de aquel tercer año de mi carrera, en Julio de 2014.       
Juan, Xabi y yo en el País Vasco
A esta aventura se acabó uniendo mi amigo Juan, quien tras contarle mis intenciones en uno de mis viajes a Holanda, no pudo resistirse.
La ruta escogida fue la del CAMINO DEL NORTE, comenzando en San Sebastián, donde se me pinchó una rueda a los 10 km de empezar. 
Por suerte, durante el resto del viaje no tuvimos mayores percances que alguna salida de la cadena o alguna alforja mal ajustada. 



PAÍS VASCO
Getaria, PAÍS VASCO
Mirador de Itziar, PAÍS VASCO
Pinchazo a la salida de San Sebastián
El País Vasco se caracteriza por las empinadas pendientes de sus incesantes puertos de montaña y por su cambiante climatología: tan pronto estábamos en manga corta como debíamos ponernos los chubasqueros y cubrir las alforjas por las fuertes lluvias. Para colmo, apenas habíamos ensayado previamente al camino, por lo que este tramo del camino fue seguramente el más fatigante de todos.
Pese a ello, todo se compensaba con el buen trato de los vascos y el respeto hacia los ciclistas en la carretera, muchas veces acompañado con un motivante "Aúpa". Pero lo mejor de todo llegaba a la hora de las comidas, ya que al decir que éramos peregrinos y que nos esperaban más de 800km por delante, nos ofrecían cuencos enteros donde nos dejaban servirnos tantas veces como queríamos.
Todas nuestras etapas acababan en los albergues de peregrinos o, en algunos casos, en hostales privados. Los precios giraban en torno a los 5€ la noche y solían disponer de varias literas en una misma habitación para alojar al mayor número posible de peregrinos. Aquí coincidíamos con nuevos peregrinos con los que contábamos historias del camino y compartíamos momentos inolvidables.



CANTABRIA
Entrada a Cantabria desde Getxo
Castro Urdiales, CANTABRIA
Islares, CANTABRIA
Santoña, CANTABRIA
La media de kilómetros diarios era de unos 75, aunque había días en los que superábamos los 90 y otros en los que apenas llegábamos a los 55. Todo dependía de lo apurados que fuésemos de tiempo, de nuestra forma física, del nivel de pendiente o de la climatología. 
Al llegar a los albergues y ver a los peregrinos que hacían el camino a pie, nos dábamos cuenta de la comodidad que suponía moverse en bici, ya que podíamos remediar fácilmente la tensión de nuestras piernas con un poco de crema, estiramientos e incluso baños de agua fría en las playas del cantábrico. Algo que para los viandantes supone un gran esfuerzo en muchas ocasiones y que acaba dejando sus pies llenos de ampollas y sus rodillas y espaldas hechas trizas, al tener que cargar durante semanas una mochila de unos 10 kilos a sus espaldas. 
Fue en el tramo de Cantabria donde encontramos algunas de las mejores calas del camino y lugares naturales realmente hermosos.

ASTURIAS
Llastres, ASTURIAS
Luarca, ASTURIAS
Ribadesella, ASTURIAS
Una de las principales razones por las que escogimos el Camino del Norte fue por la constante compañía del mar y los hermosos paisajes que nos ofrecía. Además resultaba muy agradable acabar las duras jornadas de pedaleo con un buen baño en las frías aguas del Mar Cantábrico, especialmente para la circulación de las piernas. Asimismo, siempre que lo veíamos a nuestra derecha significaba que estábamos tomando la dirección correcta hacia Galicia.
Aquí tuvimos la suerte de ver una gran cantidad de pueblos con encanto, y declarados como unos de los más bellos de España, como era el caso de Llastres.



GALICIA
Ribadeo
Playa de Las Catedrales
Entrada a A Coruña
Monte Do Gozo
Santiago de Compostela
Al llegar a la parte de Galicia, comenzamos a dejar el mar a nuestras espaldas desde la Playa de Las Catedrales en Ribadeo para adentrarnos en la profunda Galicia, por lo que ya no contábamos con el mar como referencia -para colmo, nos sorprendió ver que la señalización era más escasa en esta parte que en las regiones previas-. 
Sobrado Dos Monxes con Thomas
Aquí pudimos pasar por hermosos pueblos como Lourenzá, Villalba o Sobrado Dos Monxes y toparnos con mayor multitud de peregrinos que venían de varios caminos, como el francés o el portugués. Los había que venían andando desde Francia o los que lo hacían en familia, aún teniendo que llevar en carrito y a las espaldas a sus hijos. También en esta etapa topamos con Thomas, un alemán que vendió su coche y su casa y se disponía a dar la vuelta al mundo.
Afortunadamente, desde el minuto uno Juan, Xabi y yo creamos un gran equipo lleno de vitalidad, optimismo y una gran fuerza mental que durante todo el camino nos acompañó y nos empujó a seguir adelante en momentos de flaqueza. 
Siempre que estábamos cansados hacíamos bromas, cuando llovía cantábamos como locos o cuando queríamos motivarnos echábamos carreras inacabables. 
Finalmente, tras 2 semanas pedaleando, decenas de anécdotas y 860 kilómetros a nuestras espaldas pudimos disfrutar del placer que se siente al llegar a Santiago de Compostela después de tan largo viaje. Fue una experiencia única y digna de admirar que con mucho gusto espero repetir

sábado, 21 de junio de 2014

FIN DE ERASMUS

Este fue un año que dio lugar a muchas historias, aventuras y anécdotas que contar a familiares y amigos. Pero el Erasmus a parte de viajes y estudios, también nos brindó la oportunidad de hacer actividades fuera de lo común como...:
Voluntariado en escuelas


Rafting
Juwenalia
Juwenalia
Escapadas al lago


Fiesta en limusina
Visita al zoo
Visita a Wroclaw
Wroclaw


Mar Báltico
Visita a Gdansk
Gdansk
Visita a las montañas de Zakopane

 Carrera de colores
 Eurodinners

 Baños y barbacoa en lagos

Asistir a un partido del Wisła como socios por 2,5€ con la visita de mis amigos desde Zaragoza

Y muchas historias más que no se pueden contar... ;)










lunes, 16 de junio de 2014

23 PAÍSES EN 2 AÑOS. RAFA SOARES

Como comento en mi artículo de Noruega, Rafa fue sin duda el personaje que más me marcó. Era mi primera experiencia couchsurfing y todo cuanto pasó en torno a ella no dejaba de impactarme. Nos encontrábamos en una casa donde un solo chico de 27 años, Stian, acogía cada día a gente nueva, sin conocernos de nada. Había un brasileño que dejó su trabajo de abogado para recorrer el mundo, un inglés que se iba en bici hasta Helsinki o Rafa, un chico portugués que había llegado desde Lisboa hasta los fiordos noruegos gracias al autostop. 

Tras dejar sus estudios de la universidad, decidió dejarlo todo para recorrer y visitar las gentes del mundo de la forma más económica posible: autostop. Tanto es así que en apenas 2 años Rafa ya ha visitado 23 países. 
A primera vista, se lo veía un chico verdaderamente inocente y de gran corazón que, en varios casos, daban lugar a burlas a causa de su humilde ingenuidad. Sin embargo, a mí me pareció un tipo realmente intrigante, aventurero y lleno de vitalidad. Tanto es así que al anochecer -y a pesar del reciente invierno noruego- solía irse a nadar a un lago que había cerca de la casa con unas temperaturas realmente bajas.
Rafa estuvo varios meses en Portugal combinando distintos trabajos que le permitiesen financiarse algo que tenía en mente: Groenlandia. De esta manera pasó por Portugal, España, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, República Checa, Dinamarca y finalmente Noruega, donde nuestros caminos se cruzaron.  Pero, al no tener la posibilidad del autostop a partir de Noruega, su intención era comprar un billete de avión a Islandia para posteriormente hacer transbordo en dirección a Groenlandia. Sin embargo, después de 3 semanas viviendo y trabajando en Islandia decidió dejar a un lado la idea del Ártico por motivos personales y volverse a Noruega.

Pero Rafa no sólo ha visitado Europa, sino que también ha estado en países como Canadá, EEUU, Turquía, India, Tailandia, Malasia o Australia. Y lo mejor de todo es que apenas gasta dinero en sus viajes ya que gracias a Internet, Rafa ha dado con el modo de conocer el mundo con 4 duros.
Mediante páginas como Workaway Infojobs, Rafa ya ha aceptado empleos en varios países como agricultor, albañil o asistente de cocina que le permiten pagarse la estancia en cada país que visita o incluso ahorrar para el siguiente
A la hora de buscar ALOJAMIENTO, aprovecha la página de Couchsurfing para dormir gratuitamente en casa de otras personas con las que, aunque no las conozcamos, se comparten grandes momentos y experiencias. Y, en caso de no encontrar a nadie que lo acoja, este chico no tiene reparo en dormir en las estaciones públicas o incluso al aire libre siempre que haga buen tiempo.
Respecto al TRANSPORTE, en largas distancias utiliza el autostop y en cortas distancias dentro de la ciudad suele ir andando, ya que el mero hecho de disfrutar del camino es algo que le resulta realmente gratificante.
De este modo, con el autostop, el alojamiento y los ingresos cubiertos, la ALIMENTACIÓN se convierte en el paso más complicado para completar sus viajes con total satisfacción -pues gran parte del dinero que consigue trabajando en uno o dos meses lo distribuye entre viajes de 4 o 5 meses-. Aún así, Rafa se las apaña para mendigar en los bares, panaderías o puestos de restauración por comida que vayan a tirar o que no necesiten y que el aceptaría con sumo gusto. 
Después de mi viaje por Noruega y ya de nuevo en Polonia, seguimos manteniendo el contacto por facebook y, gracias a ello, pude acogerle en mi casa tras su paso por Cracovia en dirección a Turquía: Había recorrido Europa Occidental y ahora le tocaba conocer la Oriental. Allí, al coincidir con mi última semana de Erasmus, aproveché para mostrarle la ciudad al completo, darle toda la ropa que no me podía llevar en el avión o incluso dejarle mi habitación el día después de irme. 
La historia de Rafa

jueves, 15 de mayo de 2014

BERLÍN, ALEMANIA. (MAYO 2014)

Con la compañía de autobuses polaca que ya he comentado en mis anteriores viajes (PolskiBus) el precio del recorrido Cracovia-Berlín salía a 50€ ida y vuelta. 
Pese a ello, esta vez fuimos en el Renault Clio de un amigo junto con otro chico francés y Jorge -mi compañero de piso-. El coche no era muy espacioso ni tenía reposacabezas, pero nos turnábamos de conductores y parábamos varias veces para estirar las piernas y evitar agarrotamientos. De este modo nos ahorramos 10 euros por cabeza y 1 hora de trayecto con respecto al autobús.
Pasadas algo más de 6 horas me tocó a mí coger el coche y, tras la primera hora conduciendo, cruzamos la frontera hacia Alemania. En el GPS no veía límite de velocidad ni tampoco carteles en la carretera, pero aun así no estaba seguro de si podía ir a más de 130 km/h (velocidad máxima en las autopistas polacas). No lo tenía claro hasta el momento en que, yendo a tal velocidad, veía como la mayoría de los coches me adelantaban a toda pastilla. Fue entonces cuando ya me percaté de que no había límite y pude apretar con gusto el acelerador. Desgraciadamente, el Renaul Clio tenía más de 15 años a sus espaldas y no pudo superar los 150 km/h sin parecer que fuese a explotar.
Tras algo más de 8 horas de viaje llegamos a Berlín. Nuestra primera impresión desde el coche fue muy positiva, pues llegamos un 1 de Mayo, día muy celebrado en la capital germana. Había muy buen ambiente, conciertos y multitud de jóvenes de todos los géneros: punks, heavys, hipsters... 
Nada más dejar las maletas en la habitación de nuestro hostal (compartida con una pareja china) partimos hacia el lugar donde toda esta gente se dirigía: KREUZBERG, uno de los barrios alternativos de la ciudad donde se veían muchos iconos anarquistas, antifascistas y antisistema.
También había conciertos de indie y rock pero la mayoría eran de heavy, black metal, drum and bass y mucho punk “del duro”. Y entre su público, predominaban los tatuajes, el pelo pintado, la cresta y cara “como de mala leche”.
Conforme caía la noche, el ambiente empezaba a deteriorarse, el alcohol y las drogas se palpaban en el ambiente y la gente comenzaba a comportarse de forma agresiva y alterada. Fue por esto que el primer día decidimos irnos pronto al hostal y así estar en forma para ver Berlín a la mañana siguiente.                             
Sin embargo, los berlineses parecieron ser ciudadanos educados y respetuosos y, entre muchos de ellos, se integran personas de todas las nacionalidades, pues, sin lugar a dudas, Berlín es una ciudad multicultural.
Respecto a la comunicación no teníamos problema, pues una gran mayoría hablaba inglés. De lo contrario, Jorge y yo sabíamos algo de alemán turístico con lo que pudimos defendernos y  patearnos la ciudad sin problema. Es así como pudimos apreciar que ésta es una ciudad que va a contracorriente. Berlín se encuentra llena de grúas y elementos de construcción encargados de levantar una nueva metrópolis tras haber quedado totalmente devastada en la Segunda Guerra Mundial. Fue tal el nivel de destrucción que apenas vimos edificios con una historia anterior a la guerra, con excepción de algunas restauraciones como son el Parlamento Alemán (Bundestag), la Catedral de Berlín (Berliner Dom), el Palacio Charlottenburg o la Puerta de Brandenburgo, principales focos turísticos de la ciudad junto con el muro.
Checkpoint Charlie
Fruto de la Guerra Fría fue también su famoso “Muro de Protección Antifascista” levantado por la Alemania soviética, y que dividió la ciudad durante 28 años. Aún cuando nosotros llegamos, pudimos apreciar una gran diferencia entre la Berlín occidental y la oriental marcada por el Muro, la Puerta de Brandenburgo o el Checkpoint Charlie


En la siguiente foto, tomada desde lo alto de un parque situado tras la puerta de Brandenburgo, se puede apreciar la frialdad e inútil amplitud de las calles de la Alemania comunista, pensadas únicamente para desfiles militares. Actualmente, se ha convertido en uno de los parques más grandes de Berlín.
Así pues, si tuviese que mostrar el presente, pasado y futuro de Berlín en una sola imagen, sería la siguiente: llena de museos y bajo un fondo plagado de grúas, ya que, al mismo tiempo que se reconstruye, el gobierno alemán está embelleciendo la ciudad con parques y museos que atraen a millones de turistas que, por cada entrada que pagan (unos 7€ la más barata con carnet joven o estudiante), financian el levantamiento de la capital del país con vistas a un futuro sostenible.

 Fue aquí cuando, tras ver otras ciudades europeas como Amsterdam, Viena, Praga, Budapest o Cracovia, pude ver con claridad que Europa no es tan distinta entre sí como podemos imaginar. Cada país tiene su identidad, su arte y su cultura propia, pero todos tenemos un mismo presente creado por una misma historia que incumbe a todos los europeos.